domingo, 17 de noviembre de 2013

Camino de Santiago. Semana Santa 2013.

1.  El Viaje (Sábado 23/03/2013)
Parece que fue ayer cuando dábamos por terminada nuestra peregrinación del 2012, en Castrojeriz (En el 974, el Conde de Castilla García Fernández le otorgó el Fuero de Castrojeriz; que se considera como el 1º otorgado en toda Castilla, y donde equiparaba a cualquier campesino que poseyera un caballo con un infanzón (caballeros villanos) pero ha transcurrido ya un año desde entonces. Qué razón tenían nuestros mayores cuando afirmaban que a cierta edad el tiempo no corre… ¡Vuela!

A primeras horas de la mañana, el autocar recorre las calles de Terrassa recogiendo Peregrinos. Al ser de los primeros en acceder al vehículo escojo un asiento en primera fila, pero… ¡mi gozo en un pozo! apenas me apeo en la segunda parada (para ayudar a  los GRManos a colocar sus maletas) observo como mi privilegiada posición es usurpada por otras Peregrinas. Al perecer, mi presencia no es del todo grata por allí y me veo obligado, sin rechistar, a instalarme en la parte de trasera ¡Ellas se lo pierden!

Puntualmente abandonamos la ciudad. Tras dejar atrás la provincia de Barcelona, y recién adentrados en la de Lleida, tiene lugar nuestra primera parada: La Panadella. Parece ser que el conductor se ha propuesto reflotar el negocio del lugar a nuestra costa, pues en el último mes hemos parado allí tres veces. Curiosamente, las “parejas” acceden al Restaurante mientras los “pobres” (solteros y solteras) nos quedamos en el exterior degustando nuestro desayuno casero y del morapio de Don Ortega.

Terminado el almuerzo, nos recolocamos en el autocar y las “mozas” se quejan del frío que congela su zona. Tal vez sea debido a la proximidad de la puerta, o ¿quién sabe, si a un “microclima” que se ha generado por allí? Suplicamos al conductor que suba la calefacción pero, o hace oídos sordos, o hasta el lugar no llegan los calores, pues el frío sigue instalado en la parte trasera ¡Suerte que aún no viene acompañado de la “música”, pues la mezcla sería insoportable!

Abandonamos Catalunya y nos adentramos en Aragón, por el verde y exuberante Valle de Cinca. A éste, le sucede el desolado paisaje de los Monegros, roto ocasionalmente por los cultivos de regadío del “jocoso” Mar de Aragón. Apenas algún que otro pueblo abandonado, con sus casas en ruinas, encontramos hasta las puertas de Zaragoza.

Atravesamos la capital maña dejando a nuestra izquierda la Pilarica; más adelante el Ebro, y al lado la torre del agua: edificio emblemático de la ExpoZaragoza 2008, hoy sin uso aparente (otra muestra más del despilfarro de nuestros recientes días de vino y rosas). Todo ello amenizado, ahora sí, por la infame música que nos “regala” el conductor. ¡Jesús qué cruz nos espera! ¡Eso es penitencia y lo demás tonterías!

Continuamos por la autopista del Norte y, tras un efímero paso por la provincia de Navarra, remontamos el Ebro en pos de Calahorra (segunda parada y lugar reservado para la comida).  A nuestra derecha reverdece la ribera con sus típicos cultivos: trigo, cebada, alfalfa, coliflor, guisantes, espárragos, pimientos, habas…; a la izquierda, entre los trigales, parques eólicos con incontables molinos de viento; y en la lejanía, el Sistema Ibérico, cuya cota (el Moncayo) luce un majestuoso manto de blanca nieve, atípico para estas fechas, presagiando, tal vez, aquello de: ¡Año de nieves año de bienes!

El buen hacer de Don Josep Ferrer hace que nos reciban en el Restaurante con la mesa puesta. En apenas unos minutos damos cuenta de las viandas cual buitres famélicos ¡La cosa promete! Lo del vino de mesa  merecería un capítulo aparte: ¿Alguien puede entender que en la tierra del vino te pongan caldos de tan ínfima calidad en los Menús?

A la hora del café, a punto estamos algunos avispados, de padecer un corte de digestión, pues observamos cómo el conductor se acerca a la barra del Bar y, tras sopesarlo concienzudamente, se dispone a ampliar su discografía musical con una cinta de Camela. Por suerte, declina el gasto a última hora y nos libra del castigo. Pasado el susto, Evaristo solicita al conductor explicaciones a tal desaguisado musical y éste le responde. - Es la música que la empresa me proporciona para los “abuelos”. ¡Apaga y vámonos! ¡Regulares caminantes, glotones y encima viejos!

Saciado el apetito, reiniciamos la marcha y recorremos la Rioja entre sus milimétricos y bien cuidados campos de vides. Durante algo más de media hora y al son de la infame “música” que martillea nuestros oídos, reina la paz y el silencio sepulcral (sólo roto por algún que otro ronquido) se instala en el autocar.

Alcanzamos las últimas estribaciones del Sistema Ibérico por la Sierra de la Demanda, dejando a nuestra izquierda las nieves de los Picos de Urbión y la estación de esquí de Valdezcaray, para acceder a Castilla por la provincia de Burgos. De nuevo, los verdes campos de cereales sustituyen a los viñedos y el páramo, con sus pequeñas ondulaciones, se convierte en nuestro acompañante en pos de Tierra de Campos.

En Palencia, su capital, establecemos la residencia de nuestro periplo viajero y, como un adelanto a lo que nos espera en días posteriores, el señor conductor nos pierde por sus calles y a duras penas consigue localizar el hotel.

Una vez alojados todos en nuestras respectivas habitaciones, en grupos reducidos, nos lanzamos en busca y captura de las típicas tapas y pinchos palentinos de: Don Jamón, Los Candiles, Las Gaviotas, La Mejillonera y otros Bares, que regadas con cerveza o vino hacen nuestras delicias, sacian nuestro apetito y sirven de improvisada cena.

2.  Primera etapa Castrojeriz – Frómista (Domingo 24/03/2013)

La mañana amanece nublada y las previsiones, poco halagüeñas, hacen mella en algunos Peregrinos, que se escudan en la “futura” lluvia para acortar su Peregrinaje.

La mala leche de alguno de los “nuestros” nos obliga a recorrer 1 Km extra, al no permitir apearnos del autocar a la entrada de Castrojeriz. Fruto de esta patraña, Antonio Gil jura y perjura que hará todo lo posible, y lo imposible, por dar alcance a los “recortadores” de caminos. Doy fe de que pondrá todo su empeño en ello, hasta el punto de agotar, casi por completo, nuestra resistencia con el ritmo infernal que imprime durante la jornada.

Nada más cruzar el río Odra, la cuesta de Matajudios hace mella en varios de nosotros, que nos vemos impotentes para seguir su endiablado caminar en pos del Teso de Mostelares.  En su ascenso, de apenas 2 Kms, el grupo de Antonio, Carlos y David va dejando el camino sembrado de cadáveres; tras ellos, a unos cien metros, coronan Evaristo y Cristina; más atrás y en solitario, sufro yo solito, seguido de Josep y María; y cierran el grupo Pitu y Dolors, que no entienden absolutamente nada de lo que sucede entre sus “supuestos compañeros” de aventuras, pues cada cual va a la suya.

Atravesamos la planicie de Mostelares y emprendemos un vertiginoso descenso (18%) que nos descubre el inabarcable paisaje de Tierra de Campos (otrora considerado el “Granero de España”). Empeñado en no transitar en solitario por la amplia meseta Castellana, emprendo una frenética carrera hasta dar alcance a Evaristo y Cristina.

Poco a poco, los desbocados de delante van ralentizando su marcha y eso permite la fusión de los dos primeros grupos. Reagrupados, pasamos junto a la Ermita de San Nicolás y atravesamos el Pisuerga por Puente Fitero, para abandonar la provincia de Burgos y acceder a la de Palencia. Algo más de 1 Km nos separa de Itero de la Vega, lugar de partida de nuestros predecesores. A estas alturas, gracias a la radiofrecuencia, ya conocemos la distancia que nos separa de ellos y nuestra moral está por las nubes. Nubes que, momentáneamente, surcan el cielo azul en son de paz y dan cobijo a la inmensidad del los Campos de Castilla, cuyo horizonte se pierde a nuestra vista.

A lo lejos, en las proximidades de Boadilla del Camino, observamos ya algunas de las rezagadas unidades delanteras y afilamos nuestros colmillos ante el olor de su sangre.
Nos encontramos una gorra perdida por un Peregrino y damos cuenta de ello a nuestro jefe Pepe Hervás para que localice al propietario del tesoro. (Su dueño resulta ser un Peregrino que decidió invertir sus caudales en 6000 botellas de vino Argentino, para venderlos por estas tierras, con el consiguiente batacazo, pues… ¿Solo al tonto de Abundio se le ocurriría ir a vendimiar y llevarse uvas para la merienda!)

A la entrada del pueblo, pastando en una verde pradera, nos reciben: un rebaño de ovejas Churras (bastante sucias por cierto); un negro jumento que nos observa con sus ojos de borrico ocioso; y el vigilante pastor acompañado por sus amaestrados canes.

Carlos y yo nos acercamos a la plaza para admirar el impresionante Rollo Gótico Jurisdiccional y allí nos encontramos con las “mozas del grupo”. A destacar el empeño de un individuo enfundado en un mono de trabajo para que visitemos el Albergue y nos tomemos una cervecita en el Bar ¡Su insistencia no doblega nuestra resistencia!
Antonio y David, embriagados por el olor de sus presas, declinan la visita al lugar. Tal es su afán de caza que sin percatarse adelantan a la mayoría de los Peregrinos, pues éstos se hallan en el Bar, descansando y degustando cervezas y algún que otro café.

Finalizada la visita al monumento, nos reincorporamos a la marcha y adelantamos a la gran mayoría de los parsimoniosos predecesores cuando éstos abandonan el Bar.

Aquejado de una indisposición intestinal que le maltrata, física y mentalmente, y le impide disfrutar de la etapa; cabizbajo y silencioso, camina Rafael, a un ritmo desconocido para él. ¡Aguantar la jornada en su estado es digna de encomio y propia de titanes!  ¡Alguno en su estado hubiéramos necesitado de un tapón anal para contener los esfínteres!

De improvisto, nos topamos con el Canal de Castilla (colosal obra de la Ilustración iniciada a finales del siglo XVII) el cual discurre, pausado y silencioso, a nuestra vera hasta el final de la etapa dominical. A la altura de las esclusas, con Frómista a nuestros pies, los cazadores se lanzan en una carrera desbocada en pos de sus presas, pero éstas, conocedoras de las intenciones de sus predadores, apenas han descansado durante la jornada y hace algunos minutos que descansan, ya,  tranquilas y victoriosas, sentadas en un muro de piedra de la plaza. ¡De nuevo, aunque por los pelos, la caza no ha tenido éxito!

Reunidos todos, nos dirigimos al Restaurante y degustamos con apetito (a pesar de tener que regarlo, nuevamente, con un vino de ínfima calidad) el Menú elegido el día anterior, en el autocar, por cada uno de nosotros, y transmitido previamente por Josep Ferrer.
Incompresiblemente, los “serviciales” responsables del local se niegan en rotundo a preparar un simple arroz para el indispuesto compañero, Rafael,  con el consiguiente cabreo y malestar de todos nosotros. Tal “delicadeza” excluye al citado “Bareto” de cualquier visita futura a sus instalaciones. ¡Al menos por mi parte!

Acabada la comida, y previo a nuestro regreso a Palencia, visitamos las Iglesias de:
San Martín (
siglo XI). Uno de los templos románicos más completos de toda EuropaDestacan en él sus armoniosos ábsides y cimborrio, sus canecillos e impostas, y en el interior, los capiteles labrados con un extenso repertorio de imágenes sacras y profanas.
San PedroTemplo gótico que se comenzó a construir en el siglo XV, aunque no fue hasta el siglo siguiente cuando recibió su forma definitiva. Posee una torre de cuatro cuerpos, de aspecto rotundo y macizo. Uno de los elementos más interesantes del exterior es la portada renacentista, trazada por Juan de Escalante hacia 1560.

A nuestra llegada al Hotel, a las puertas del mismo, observamos los preparativos para la Procesión del Santo Rosario del Dolor que a punto está de discurrir por allí. Varios de nosotros, entre ellos algún ateo como yo, salimos a ver el “espectáculo”.

La cena de la noche tiene lugar en el Restaurante del hotel. En el instante en que la camarera procede a servir el segundo plato, Don Ginés, disimuladamente, se lanza contra ella provocando que el guisado de conejo, que ésta iba a servirle, acabe esparcido por encima de su camisa y pantalón. La pobre e indefensa camarera, con el rostro enrojecido, solicita el perdón del damnificado y no tiene más remedio que hacerse cargo de las prendas ensuciadas involuntariamente. Previo paso por la lavandería, las mismas, son devueltas al ínclito personaje que con burlona sonrisa se hace el disimulado. La irresponsable actuación del señor de la barba afecta de tal forma a su esposa, Sonsoles, que ésta acabará sucumbiendo a una febril enfermedad en un par de días.

3.  Segunda etapa: Frómista – Carrión de los Condes. (Lunes 25/03/2013).
El día se despierta nuevamente envuelto en negros nubarrones que cubren el cielo en su totalidad y descargan sus aguas sobre el Norte de la Meseta Castellana.

Tras un desayuno pantagruélico, nos acomodamos en el autocar para desplazarnos a Frómista. A las afueras de Palencia, el chófer nos “obsequia” con una inútil vuelta a una rotonda, sin motivo aparente. Recién recuperado el rumbo, recabamos la opinión de nuestro particular meteorólogo (Antonio Gil) sobre las previsiones que nos deparará la jornada de hoy.  Éste, se muestra ligeramente optimista y confiesa que existen ciertas posibilidades de que nos libremos del aguacero, en unas horas. ¡Menudo adivino, jajaja!

Al descender, en Frómista, desembalamos los chubasqueros para cobijarnos de la lluvia,  fina pero persistente, que nos acompañará durante todo el trayecto, hasta empaparnos.

Emprendemos la marcha, caminando, en paralelo a la carretera, por una ancha pista señalizada con unos cotos de piedra, grabados, todos ellos, con la concha de Santiago. Unos partimos de Frómista, otros de Población y la gran mayoría de Villalcazar de Sirga.

Al llegar a Villalcazar, algunos pretendemos visitar la Iglesia de Santa Mª (Templo-fortaleza construida por la Orden de los Templarios a finales del siglo XII, en la transición del románico al gótico. Su estructura quedó seriamente afectada por el terremoto de Lisboa, 1755), pero está cerrada ¡Qué raro!. Para aliviar el disgusto, unos sustituimos la oración en el templo por un buen trago de vino de la bota en el pórtico; otros optan por tomar algo al calor de un Bar; y los más, se deciden por los Almendrados de Villasirga.

Reanudamos la marcha al compás de la lluvia y el viento, que nos persiguen impasibles hasta Carrión, hasta empaparnos de pies a cabeza. Allí, gracias a la diligencia de Pedro y Josep Mª, tenemos reservado un lugar para comer en el Café-Bar Conde Garay. Para aliviar la espera hay quien intenta visitar el convento de Santa Clara (siglo XIII), sin conseguirlo, o la Iglesia de Santa Mª del Camino (Románica del siglo XII)donde sellan la credencial. Mientras, Paco Ortega, Maribel, Antonio y yo, al calor de una estufa de butano, nos secamos, charlamos con los lugareños y degustamos una rubia cerveza.

La comida tiene lugar en un reservado de citado Bar. Viendo cómo mi compañero de habitación (Paco Troya) se decanta por un plato de judías, decido imitar su estrategia a fin de reponer mi arsenal de gases de metano ¡Vaya a ser que se desate la guerra!
El propietario, un tipo chulesco y  engreído, nos escatima el calor de la calefacción y, ante nuestras quejas, pretende de hacernos comulgar con ruedas de molino. Finalmente, y  para quedar bien, nos invita a una copa de un licor de café que deja bastante que desear, pero que me viene al pelo para brindar por nuestro “infalible meteorólogo”. ¡Un amigo!
El buen hacer de los ciclistas y su diligencia a la hora del cobro, nos alivia el final de la comida y abandonamos en local con más pena que gloria, destemplados y mojados aun.

A pesar de las buenas intenciones de nuestros compañeros, exentos todos ellos de cualquier responsabilidad, parece ser que no estamos teniendo demasiado suerte con los mesoneros en las comidas del medio día. 

Accedemos al autocar protegidos por nuestros paraguas, pues la lluvia persiste machacona. Aunque nuestro destino está a la izquierda, el ínclito conductor gira a la  derecha y nos da otra vueltecita a una rotonda, para volver de nuevo al punto de partida. De inmediato, los Peregrinos se sumen en una profunda “meditación” durante la cual el silencio se apodera del habitáculo. ¡Algún mamonazo inmortaliza a los soñadores!

La entrada a Palencia se produce por una zona contraria a la habitual y nos encontramos al otro lado de la vía del tren. Momentos antes, hemos ido despertando de nuestro letargo, al son de las tortuosas murgas de: Bertín, Dyango, Jeannette, Formula V …

Con el hotel a la vista, un escalofrío recorre nuestros cuerpos, al percatarnos de que el autocar no puede acceder al túnel que cruza la vía, por debajo. Entonces, nuestro “no muy espabilado conductor” (en palabras de alguno de los de atrás), inicia una aventura de: calles, cruces, avenidas, rotondas y giros que despeja de inmediato al personal. El choteo se apodera del autocar y las quejas sobre la música y la excursión se hacen patentes. Para sorpresa general, el conductor decide apagar el fuego con gasolina y en lugar de librarnos de la música, nos la planta a todo volumen. Al ritmo de  “UN RAYO DE SOL” estalla el ánimo de los “cantores. Los paraguas se convierten  en micrófonos y, a voz en grito (Paco Ortega a la cabeza), se monta un evento musical que para sí quisiera el festival de Eurovisión. La improvisada excursión eleva los ánimos, llena de carcajadas el autocar y hace que olvidemos los malos tragos de la mañana ¡Viva la música!
Finalmente, el bus turístico consigue cruzar la dichosa vía, los aplausos atruenan a bordo del mismo y damos por concluida la visita turística a la ciudad de Palencia ¡Se acabaron las vueltas! – apostilla nuestro “Fernando Alonso” particular para zanjar el tema.

La indisposición y el malestar general han impedido a Rafael la Peregrinación por tierras castellanas, obligándole a permanecer enclaustrado en el Hotel. Sin embargo, parece ser que ha peregrinado repetidamente de la cama al WC y viceversa. Así mismo, a la hora de la comida, ha debido recorrer un sinfín de Bares y Restaurantes, hasta localizar uno que le preparara un triste plato de arroz hervido ¡Menuda servicialidad la de estos hosteleros!

La cena de la noche transcurre sin ningún incidente reseñable, pues Ginés no se atreve a repetir su actuación y nadie osa usurpar el puesto al actor principal. Alguno que otro empieza a preguntarse… ¿A qué hemos venido? ¿A andar o a comer?


4.  Tercera etapa: Terradillos – Bercianos del Camino. (Martes 26/03/2013).
Por motivos logísticos, de cara al día de regreso, debemos alterar el orden de las etapas y hoy partimos de Terradillos (cuenta la leyenda que un Maestre Templario, antes de su muerte, enterró allí la gallina de los huevos de oro. ¡Tan bien, que aun nadie la encontró!)

Uno ya pierde la cuenta de los grupos y subgrupos que se forman: Terradillos –Bercianos, San Nicolas-Bercianos, Sahagún- Bercianos; y los más curiosos… “Sahagún-Sahagún” y “Palencia- Valladolid”). Imposible dilucidar las distancias que cada uno de ellos recorre, lo que está claro es que también hay prisa por llegar, pues pierdo mi gorra, recién salidos del pueblo, y aunque solo debo retroceder 100 metros para recuperarla, necesitaré “volar” durante 1,5 Km hasta reintegrarme, exhausto, entre los velocistas.

A las puertas de Moratinos,  Antonio y yo nos descolgamos del grupo para cosas más “íntimas”, y no será hasta alcanzar la Iglesia de la Virgen del Puente (en las inmediaciones de Sahagún) cuando nos reagrupemos con Josep y María; más adelante con Evaristo y Ginés, y finalmente con Carlos y David. 

Atravesamos Sahagún escopeteados sin acercarnos a sus principales monumentos (Iglesias románico mudéjares de: San Lorenzo y San Tirso (S. XII) y Santuario de la Peregrina (S. XIII), aunque si pasamos por delante del “Arco de San Benito (1660), (únicos restos que se conservan en pie del antiguo Monasterio de San Benito S. XI).

Al cruzar el río Cea y dejar atrás el pueblo, arrecia la lluvia y nos vemos obligados a protegernos con todo tipo de artilugios: Paraguas, chubasqueros, gorras, pantalones…
A la altura de Calzada del Coto, Zeus nos da una tregua y nos desprendemos de la “capelina”. Antonio se dirige a mí y me comenta con voz melosa y aterciopelada: - Si lo haces con delicadeza te dejo que me la metas (¡la “capelina”, mal pensados!). A lo que yo respondo: - Lo haré con sumo gusto y acto seguido procedo a metérsela (¡la “capelina”, eh!). Entonces, yo le traslado mi propuesta y le digo. – Anda, métemela tu también a mí (¡la “capelina”, digo!) y el actúa con delicadeza. Pero…ingenuo de mí, pues he olvidado el brindis por sus desaciertos meteorológicos, le insto a meterme el paraguas (¡en la mochila, quede bien claro!) y él se venga salvajemente. Introduce el paraguas con violencia desmesurada por la abertura y acto seguido hace intención de abrirlo, con lo cual una varilla se engancha en el agujero y a punto está de provocarme un desgarro en el orificio (¡de la mochila , claro está!

Después de esta experiencia tan maravillosa, se me olvida todo lo que sucede a posteriori y solo recuerdo que Maribel nos recibe con una cerveza en el Bar de Bercianos ¿Tanta cara de felicidad traemos como para recibirnos así y brindar por nosotros!

Desconocemos si por suerte, causalidad o diligencia del chófer, hoy no sufrimos ninguna excursión Palentina y sin rodeos ni pérdidas llegamos puntualmente al hotel.

Los turistas del grupo, dándose un respiro, se han marchado de vista cultural a “Fachadolid”. Con el fin de evitar el descarrío de nuestras mozas, por tierras de “Zorrilla”, hemos “colocado” a uno de nuestros jefes, Paco Ortega, en su vigilancia, con la escusa de que tenía ampollas en los pies. ¡Nada más lejos de la realidad!  Al medio día parece ser que se han puesto tibios de comer  ¡cosa rara! y nos envían una foto vía WhatsApp para vanagloriarse de ello, pero desconocen que los demás también nos estamos poniendo morados y les contraatacamos con imágenes de nuestra opípara comilona.

Por la tarde, algunos decidimos visitar la Catedral de San Antolín (edificio de estilo predominantemente Gótico,  aunque conserva elementos anteriores, de  época visigoda  y románica, y elementos decorativos renacentistas, barrocos y neoclásicos. La construcción se inició en el siglo XIV, siendo la única gran catedral castellana iniciada en esa centuria) y asistimos a un acto único: La Santa Misa Crismal. Toda la diócesis Palentina se halla allí congregada, con su Obispo a la cabeza, para el Santo Oficio. Ante nuestra atónita mirada, curas, curas y más curas van desfilando desde la Sacristía y en procesión se acomodan tras el altar mayor para la bendición de los Óleos. El espectáculo es digno de ver y, más aun, tras observar que el número de individuos con sotana dobla al de los ancianos feligreses. ¡O renovamos la cantera o se muere el negocio!

Abandonado  el templo nos dedicamos a recorrer la ciudad: el Carrión con sus cisnes blancos, la casa del Cordón, la calle Mayor. En ésta última asaltamos una pastelería en busca de almendrados, amarguillos, hojuelas y alguna que otra torrija, para despejar dudas sobre el motivo de nuestra visita Peregrinación: ¡Comer. Comer y comer!

Por la noche debemos preparar las maletas, pues al día siguiente nos trasladamos a Carrión de los Condes (Durante la Alta Edad Media, fue una de las ciudades más importantes de los reinos cristianos y en ella se celebraron cortes y sínodos. El municipio es conocido por sus monumentos románicos y góticos, entre los que destaca el Pantocrátor de la iglesia de Santiago, una de las cumbres del la escultura románica)

Por si alguien una tenía alguna duda, que quede bien claro bien el motivo de alojarnos allí no es el ayuno y abstinencia, pues seguimos comiendo como osos hambrientos.

5.  Cuarta etapa: Bercianos – Mansilla de las mulas. (Miércoles 27/03/2013)
Aunque parezca mentira el cielo amanece encapotado.

Dejamos a los ciclistas en Terradillos y al apearnos en Bercianos, antes de emprender el camino, debemos protegernos de nuestra compañera de aventuras, la lluvia.

Fiel a su cita, como no podía ser de otra manera, María Ocaña mantiene bien alto el listón de las féminas. El devenir de la jornada transcurre entre el ir y venir de la lluvia y el trasiego de quitar y poner chubasqueros.

A la entrada del Burgo Ranero, David decide probar la fortaleza de sus espinillas y se lleva por delante uno de los cotos de granito que delimitan el Camino. ¡Ay! Un lleve quejido nos avisa de su accidente, pero declinamos ralentizar la marcha en vista de que el coto permanece anclado al suelo. De la pierna del mozo nadie hace mención ¿Para qué? ¡Lo que no mata hace más fuerte! Y el chico sigue vivito y coleando. ¡Una simple rozadura!

Los miembros de la avanzadilla: Evaristo, Carlos y Ginés pierden el rumbo y solicitan nuestra ayuda. Para sorpresa nuestra, piden una reagrupación cuando han sido ellos los que nos han dejado abandonados Kms antes. Accedemos a su petición y les esperamos en el pórtico de la iglesia del pueblo. Allí dentro, el cura del pueblo oficia una multitudinaria misa a la cual asisten dos mujeres y un peregrino. Percatados de la situación abandonamos el lugar antes de que acabe el citado evento, no vaya a ser que nos arrastre la marabunta de feligreses en el momento de abandonar el templo.

¡Qué pardillos somos! Apenas reanudamos la marcha vemos como los “perdidos” se desentienden nuevamente de nosotros y ¡Si te he visto no me acuerdo!  Vuelven a las andadas y… ¡Adiós muy buenas! ¡Aquí os quedáis!

A día de hoy Rafael ya es un hombre de provecho y ha dejado de irse las patas abajo. Mientras camina al ritmo que marca el grupo intermedio, va plasmando con su cámara imágenes del los lugares por donde transitamos, para hacer la competencia a su maestro y mentor, Antonio Gil.

Mientras nosotros sufrimos las inclemencias meteorológicas, la avanzadilla se pone morada de tapas y cervezas en el Bar de Reliegos: chorizo, morcilla, tortilla y otros manjares llenan sus panzas. ¡Dios mío, cualquiera diría que no hemos comido en tres días! Bien es cierto que son ellos los que contribuyen a mantener el negocio de los humildes posaderos, pues nosotros tenemos el bolsillo más seco que la mojama y el puño más cerrado que la verja de un presidiario, y pasamos de largo.

En Reliegos, Ginés se descuelga del grupo ante la amenaza inminente de lluvia y se acomoda en el autocar al lado de Sonsoles, que ha sustituido a Rafael en el papel de enfermo de turno (enferma en este caso).

El trayecto hasta Mansilla supone un nuevo remojón para los Peregrinos. De tal guisa llegamos empapaditos al Bar, donde nos espera  el cocido Leonés reservado por Mª Ángeles.  De nuevo la voracidad se apodera de todos nosotros y damos buena cuenta de: fideos, garbanzos, pies de cerdo, lengua, carne, chorizo, flanes, natillas, etc… ¡Vaya manera de comer ¡ ¡La gran mayoría no valdríamos para Etíopes!
Para acabar de rematar la faena, Mª Ángeles nos obsequia con una inmensa caja de galletas elaboradas por su madre, las famosas “Sequillas Leonas”. El exquisito manjar es engullido vorazmente por el personal a pesar del atracón provocado por el cocido.

De vuelta a Carrión nos alojamos en el Monasterio de San Zoilo (S. XI-XVI) Destacan su magnífico Claustro plateresco, sus tumbas Condales, su altar mayor  y su Biblioteca).
La austeridad de las habitaciones del citado lugar invita al ayuno y recogimiento, pero queda del todo descartado que dicha “invitación” vaya nosotros.

Conforme al refranero castellano que dice: “De bien nacidos es ser agradecidos” … nosotros lo somos. Por ello, en pago a las horas empleadas por Josep Ferrer en la organización de viaje: reservas, hoteles, comidas, etc. … procedemos a entregarle un pequeño obsequio cuyo único objetivo consiste en comprar su voluntad y sembrar las bases de cara al próximo año. ¡Nadie lo hará mejor Josep, así que ya sabes….!  

La pertinente “excursión” nocturna a Carrión nos lleva a visitar los Bares del lugar y a retomar el tapeo y las cervezas. Algunos, incluso, cenan copiosamente como si no hubieran comido al medio día. ¡Jesús que pandilla de buitres leonados!

6.   Quinta etapa: Carrión – Terradillos de los Templarios (Jueves 28/03/2014)
Después de cinco días de generosos desayunos, abundantes comidas y opíparas cenas (tapeos aparte), afrontamos la última etapa de la aventura del 2013 con la esperanza de tener, por fin,  una jornada en “seco”. Aunque el cielo sigue encapotado, la densidad de las nubes y algún que otro claro en el horizonte nos invita al optimismo.

Como ya viene siendo habitual, últimamente, nos dividimos en tres grupos:
A)  Que completará todo el recorrido previsto, Carrión-Terradillos.
B)  Que realizará el trayecto Carrión- Calzadilla de la Cueza.
C)  Que se dedicará a las visitas culturales: Monasterio y pueblo. Entre los componentes de este grupo se halla Sonsoles, aquejada de una enfermedad febril ¿gripe? que le produce malestar general ¿Será que sintió envidia de Rafael y quiere ocupar su puesto?

Los grupos A i B inician la marcha, con una hora de diferencia más o menos,  en dirección a Calzadilla de la Cueza, primero por la carretera y posteriormente por un interminable camino de concentración parcelaria más largo que un día sin pan. Perdidos en la amplia llanura Castellana, los anegados campos de cereales chorean agua hacia las cunetas y éstas a su vez hacia riachuelos y ríos. Transcurridas más de dos horas de monótona caminata, tras una pequeña subida, el campanario de la Iglesia de Calzadilla nos anuncia la proximidad del poblado y el final de la recta sin fin. Poco a poco la torre va descubriéndose a nuestros ojos hasta hacerse completamente visible y con ella el edificio entero. Momentos después, con los primeros rayos solares, en cuatro días, sobre nuestras cabezas, al final de una bajada, nos topamos con las primeras casas del pueblo.

Antes de cruzar el mismo, los del grupo A, hacemos una parada para reponer fuerzas e informarnos de la situación del grupo perseguidor (B). Nuestros compañeros de fatigas van por detrás y debemos acomodarnos a su ritmo para sincronizar la llegada a la meta. Hoy el tiempo apremia y es necesario calcularlo con exactitud para evitar problemas de horario con el conductor y llegar a casa a una hora prudente y sin contratiempos.

Mientras los dos primeros grupos caminamos hacia nuestro destino, los del grupo C se han quedado en el Monasterio para visitar en conjunto monástico. En él destaca un magnífico Claustro (proyectado por Juan Badajoz el Viejo en 1537 y concluido en 1604 con la participación de importantes artífices que levantaron sus muros y labraron su profusa ornamentación de padres de la Iglesia, profetas, patriarcas, jueces, sacerdotes, heroínas, así como personajes del Nuevo Testamento - apóstoles y evangelistas- y civiles - reyes, reinas, emperadores y emperatrices - además de pontífices, cardenales, doctores, monjes y santos. De dos alturas, el claustro inferior se articula con cinco arcos apuntados entre gruesos contrafuertes prismáticos, mientras que el superior se abre con arcos de medio punto. El claustro se comunica con la iglesia a través de un portada en arco rebajado entre columnas abalaustradas.

A las puertas de Santa Mª de Tiendas, los del grupo A, nos topamos con unos ancianos que caminan por la carreta en dirección contraria a la nuestra. Desconocedores de la realidad que nos espera, dudamos de la sensatez de los irresponsables abuelos que pasean por el arcén de la carretera, en lugar de hacerlo por el camino. Un par de Kms más adelante descubrimos el motivo de su inteligente decisión. Fruto de las copiosas lluvias de las últimas semanas, el río Cueza (que da nombre a la zona) baja con un caudal desconocido y se ha desbordado, a la altura de un puente, anegando campos de cultivos y nuestro camino ¡Ignorantes de nosotros! Aquí está el motivo por el cual los sabios mayores circulan por la carretera y no por el camino. ¡Del viejo el consejo! dice el refrán. Acorralados por el agua que impide nuestro avance, nos vemos en la encrucijada de retroceder cientos de metros o saltar la cuneta, con el consiguiente riesgo de remojón. Finalmente decidimos practicar el salto de longitud y, uno tras otro, vamos haciendo gala de nuestras dotes de saltarín. Todos menos María, que decide no tentar a la suerte y, tras despojarse de botas y calcetines, cruza el charco tranquilamente y sin sobresaltos.

Reemprendemos la marcha e iniciamos un pequeño ascenso desde el cual divisamos, abajo, Ledigos y, al fondo, el final de nuestra aventura, Terradillos.  

Como no podía ser de otro modo, la lluvia decide acompañarnos hasta última hora y hace de nuevo acto de presencia, lo que nos obliga a desenfundar nuevamente las capelinas.

A la salida de Ledigos, Carlos se descuelga del grupo delantero y se muestra incapaz de seguir nuestro ritmo. Después intentará achacar su debilidad a la aparición de llagas en los pies. La ausencia de imágenes que demuestren la veracidad de tal achaque es motivo suficiente para dudar de las supuestas llagas. ¡Ver para creer como decía Santo Tomás!

Concluida la semana de pasión, solo 7 magníficos (María, Josep, David, Evaristo, Antonio, Carlos y yo) somos candidatos a la Compostelana, al ser los únicos que hemos completado todo el recorrido del Camino, a día de hoy.  Si acaso, incluiremos  a Rafael entre los “valientes”, pues sólo se ha perdido una etapa a causa de su precario estado físico. Para celebrar el final de nuestra Peregrinación, por este año, nos cobijamos en el Bar del Albergue y allí, al calor del fuego, intercambiamos pareceres con los Alberguistas mientras degustamos una cerveza a la salud de Antonio Gil, que ejerce de “pagano”.

Acomodados todos en el autocar retomamos el camino de regreso, con la esperanza de que nuestro “espabilado conductor” interprete correctamente los carteles de la autopista y no se pierda nuevamente. ¡Que los Dioses nos acompañen!

El largo trayecto que nos separa de Terrassa da paso a múltiples anécdotas y amenas conversaciones de contenido variado. Así mismo, producto de la “hambruna” atrasada de estos días (¡Dios mío que ogros!) suplicamos a los guardianes de las galletas, elaboradas por la madre de Antonio, procedan al reparto ¡Vaya a ser que se estropeen por el camino!

Hacia las once de la noche, del día de marras, hacemos nuestra entrada en Terrassa, sanos y salvos, y… ¡Milagrosamente!... sin una sola pérdida por el camino. Eso sí, algunos despistados olvidan ciertas pertenencias en el autocar: Una chaqueta, una cámara de fotos, un pañuelo… etc.  ¡Nada irreparable… mientras no sea la cabeza!..

Fotos de Camino de Santiago 2013. (Blog de GRManía). Camino de Santiago de Santiago 2013. (Blog Antonio Gil)

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