funesta y desalmada,
preñada de azabache
cual guadaña afilada.
Cobarde y luctuosa,
de malva disfrazada,
maquinó su traición
en busca de algún alma.
Se encaminó, sedienta,
en pos de una morada.
Se encaramó a la tapia
y entró por la ventana.
En medio del silencio,
cuando todo era calma,
se encaprichó, siniestra,
de quien vivir ansiaba
¿Quién te guió a la cita,
señora desalmada,
con el adormecido
que el mañana esperaba?
¿Si nadie te llamó?
¿Si no eras bien hallada?
¿Qué razón te llevó
a segar la esperanza?
Una vez sentenciada
la luctuosa hazaña
se acercó por la espalda
y allí le hundió la daga.
Luego se despidió,
la desdicha saciada.
En su rostro no hay luz,
la muerte es su mirada.
Al ver que se ha perdido
tu vida en la distancia,
mi pena languidece
de dolor y añoranza.
Cada hora es eterna.
Cada día, una carga.
Cada gesto un recuerdo.
Cada respiro, escarcha.
Tú que nos diste todo:
amistad, plato y cama,
cuídanos desde arriba,
sin ti no somos nada.
Ayer, mirando al cielo
vi que se iluminaba,
era una estrella nueva,
Lucía como el Alba.
© Moisés González Muñoz
23/01/20221
Simplemente precioso y emotivo. Os enviamos un fuerte abrazo. Ánimo, família!
ResponderEliminarMuchas gracias, Maribel.
EliminarUn abrazo.
Precioso. Lo siento🙅🏼♀️🙅🏼♀️🙅🏼♀️😔🌹😘
ResponderEliminarMuchas gracias por tu opinión.
EliminarUn abrazo.
Unos versos muy bonitos. Es muy triste el hecho que los inspira, pero es positivo expresar las emociones y los sentimientos.
ResponderEliminarGracias por tus palabras.
EliminarSalud.
Precioso compañero, sé que tus sentimientos delatan tu pluma, y al leer despiertan en mi los recuerdos 😔
ResponderEliminarAdelina
Muchas gracias, por entrar y dejar tu opinión, Adelina.
EliminarUn abrazo, compañera.